domingo, 15 de mayo de 2011

LA ENTREGA DE LA TORÁ: EN EL SINAÍ Y EN JERUSALÉN (I).DR.WILLIAMS PTTERS.

“En el tercer mes después de la salida de los hijos de la
tierra de Egipto, en ese día llegaron en el desierto de Sinaí”
(Ex 19:1). Y allí, el pueblo de Israel recibe la Torá de parte
de Hashem. En esta edición haremos una breve
comparación de este evento con el derramamiento de la
Ruaj Hakodesh en Jerusalén sobre los 120 judíos que
estaban reunidos el día sexto del tercer mes (Hechos 1 y 2).

LA UNIDAD DE ISRAEL Y LA ENTREGA DE LA TORÁ (MATÁN TORÁ)
Siván es el nombre babilónico que recibe el tercer mes del calendario judío, y el primer
día de ese mes todo Israel acampó delante del monte de Sinaí. Note lo que dice la Torá:
“… y acamparon en el desierto, y acampó allí Israel (Ex 19:2). La palabra “janah” es la
que se ha traducido como “acamparon” o “acampó”. Debemos aprender que la Torá no
usa de manera superflua la repetición de una palabra, porque cuando lo hace siempre
hay una enseñanza importante. Rabbí Yismael, en su comentario a este pasuk nos
enseña: “Siempre que se dice… “y acamparon”…. significa que acampaban en disensión,
pero aquí se dice: “y acampó allí Israel, lo que quiere decir que todos eran de la misma
opinión”.
Este midrash nos dice que si hacemos un collar con la palabra “acamparon”, en obvio
plural, nos vamos encontrar una serie de eventos en los cuales el pueblo estaba en algún
tipo de problemas o rebelión; pero la única vez que en la Torá relata que “Israel acampó”
nos quiere señalar que Israel estaba en unidad espiritual. Como Rashi también lo enseña:
“acamparon” es una alusión a la desunión interna, y “acampó” es una alusión al hecho
que Israel era en aquella ocasión como un solo hombre.
Esta extraordinaria explicación nos enseña que el pueblo llegó desunido, y luego, en el
reposo de la jornada y considerando las maravillas hechas a su favor, Israel tuvo allí una
elevada conciencia de la liberación de la cual había sido objeto, se unió en torno a su líder
Moisés, y ahora estaba listo para el encuentro con Hashem en Horeb, como ya se le había
anunciado a Moisés (Ex 3:12). Esta unidad preparó el terreno para la entrega de la Torá,
cuando Hashem, en medio de un espectáculo imponente y terrible declaró las Diez
Palabras, varios días después. No es difícil ver en esta interpretación midrásica un
paralelo con el evento de “pentecostés”, cuando los 120 discípulos estaban reunidos,
precisamente celebrando Matán Torá: “Cuando llegó pentecostés, estaban todos
unánimes juntos…” (Hech 2:1). El remanente de Israel de entonces, “perseveraban
unánimes en oración y ruego”, y ya en el aposento alto, eran un solo hombre, de una sola
opinión, había puestos sus diferencias de lado, y se habían unido en torno a su líder
Yeshua.
¿Qué lecciones poderosas podemos extraer de estos dos eventos similares? (1) que el
Israel de hoy día debe entender que, si ha sido liberado por la sangre del Cordero, debe
estar consciente que tiene una cita con el Eterno (como ya la tuvo con Israel en Sinaí y en
Jerusalén). Es decir, como pueblo instruido en la Torá debemos reconocer que, desde el
punto de vista profético, se nos sacado de “Egipto” para encontrarnos con Hashem, (2)
que este encuentro ha de darse en tiempos de shavout, (3) que tenemos que hacer los
preparativos necesarios para quitar todo obstáculo entre el Eterno y nosotros, y también
entre nosotros mismos. Sólo de esa manera estaremos listos para recibir “la lluvia tardía”
que nos habilite con poder para dar el evangelio con señales y toda clase de maravillas.

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