sábado, 11 de junio de 2011

TRES HERMOSAS ANECDOTAS!!!

EN LA ÚLTIMA FILA
En una reunión de vecinos, los Rabinos se sentaron en la primera fi la. Rabí
Najum ben Itzjak llegó unos minutos más tarde y se sentó en la última fi la.
Uno de los Rabinos lo vio y lo invitó a que se sentara al lado de ellos, puesto
que una persona como él no debería sentarse allí. Rabí Najum respondió: -
Agradezco la invitación, sería un honor estar con ustedes, pero estoy contento
con este lugar. Después de todo ¿no nos han enseñado que no es el lugar el
que proporciona honores a la persona, sino la persona quien honra al lugar?
De esta manera, Rabí Najum ratificaba lo que requería: la humildad es la que
afirma la grandeza. (Tratado Taanit 7a)
UNA HERMOSA BENDICIÓN
Rabí Najman comía en la casa de Rabí Itzjak, cuando estaba por irse, Rabí
Itzjak le pidió una bendición, a lo cual Rabí Najman le dij o: ”-te voy a relatar
una parábola: Un hombre iba por un desierto, hambriento, cansado y sediento.
De repente encontró un árbol que daba una hermosa sombra y pendían de él
hermosos frutos y un pequeño arroyo corría debajo. Después de saciar su
hambre y sed, descansó a la sombra, se dirigió al árbol y le dij o: ”¿con qué te
puedo bendecir? que tus frutos sean dulces, lo son. Que tu sombra sea
profusa, ya lo es. Que haya un arroyo que te recorra, ya lo tienes. Lo único que
te puedo desear es que todas tus ramas que se planten en otros lados, sean tan
abundantes como tú”. Y a ti -terminó Rabí Najman- a quien nada le falta, te
deseo que tus hijos sean como tú”. (Tratado Taanit, 5)
POR EL TEMOR AL ETERNO
Rabí Shmuel bar Susratei llegó una vez a Roma y en ese momento la reina
perdió sus joyas y Rabí Shmuel las encontró. Un edicto fue leído por todo el
país, en el que se gratificaría al que devolviera las joyas, pero dentro de los
treinta días, pero si se las encontraba, al que las halló y no las devolvió
después de esa fecha, le cortarían la cabeza. Rabí Shmuel espero sin embargo
treinta días y después trajo las joyas a la reina, quien quedó sorprendida por el
hecho de que alguien procediese de esa manera poniendo en peligro su vida.
Después de inquirirle si sabía del edicto, le preguntó por qué había devuelto
las joyas después del término dispuesto, a lo que Rabí Ishmael respondió: -
Porque no quería que pensasen que lo hice porque te temía. Te lo devolví
porque temo al Eterno. A lo que la reina exclamó: -Bendito sea el D-s de los
judíos (Talmud Yerushalmi Baba Metzia,2

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