En el día 33 de la cuenta del Omer – Lag Baomer – conmemoramos un episodio histórico que se inició en el año 132 en Iehudá: la rebelión los judíos, liderada por Shimón Bar Kojba, contra el imperio romano. Las causas de la revuelta fueron básicamente dos: la negación de Adriano de anular el decreto que prohibía la circuncisión, y su accionar en pos de convertir a Jerusalén en una ciudad pagana.
El comienzo de la lucha de los judíos fue coronado por el éxito. Rápidamente, Iehuda fue liberada, y durante 3 años gozó de una vida independiente. Sin embargo, el júbilo del triunfo fue aplastado cuando en el año 135 el ejército de Roma derrotó a Bar Kojba y reconquistó Iehudá. Las consecuencias de este episodio fueron nefastas, no sólo por la enorme cantidad de muertos, la hambruna y epidemias que asolaron la tierra, sino también por el endurecimiento y el agravamiento de las medidas del imperio romano sobre el pueblo.
Podemos decir que, de alguna manera, la historia de la rebelión de Bar Kojba encarna una de las preguntas centrales de la existencia judía; parafraseando el “¿ser o no ser?” de Hamlet, una y otra vez el judío se pregunta a sí mismo: ¿Doblegarse o mantenerse firme en sus convicciones? ¿Reaccionar con todas las fuerzas ante el opresor, o contenerse para evitar una escalada de violencia mayor?
El relato de Bar Kojba es, sin dudas, uno de los relatos de sacrificio y valor más impresionantes de la historia judía. No obstante, escuchamos a menudo voces de cuestionamiento frente a este accionar que derivó, en definitiva, en el agravamiento de la situación. Creemos que la respuesta que el pueblo dio de la mano de este líder hace casi 2000 años fue quizás e “la respuesta posible” para aquel momento, para aquellas circunstancias. Queda en manos de cada generación encontrar su respuesta ante las situaciones dilemáticas existenciales que le toca enfrentar.
El comienzo de la lucha de los judíos fue coronado por el éxito. Rápidamente, Iehuda fue liberada, y durante 3 años gozó de una vida independiente. Sin embargo, el júbilo del triunfo fue aplastado cuando en el año 135 el ejército de Roma derrotó a Bar Kojba y reconquistó Iehudá. Las consecuencias de este episodio fueron nefastas, no sólo por la enorme cantidad de muertos, la hambruna y epidemias que asolaron la tierra, sino también por el endurecimiento y el agravamiento de las medidas del imperio romano sobre el pueblo.
Podemos decir que, de alguna manera, la historia de la rebelión de Bar Kojba encarna una de las preguntas centrales de la existencia judía; parafraseando el “¿ser o no ser?” de Hamlet, una y otra vez el judío se pregunta a sí mismo: ¿Doblegarse o mantenerse firme en sus convicciones? ¿Reaccionar con todas las fuerzas ante el opresor, o contenerse para evitar una escalada de violencia mayor?
El relato de Bar Kojba es, sin dudas, uno de los relatos de sacrificio y valor más impresionantes de la historia judía. No obstante, escuchamos a menudo voces de cuestionamiento frente a este accionar que derivó, en definitiva, en el agravamiento de la situación. Creemos que la respuesta que el pueblo dio de la mano de este líder hace casi 2000 años fue quizás e “la respuesta posible” para aquel momento, para aquellas circunstancias. Queda en manos de cada generación encontrar su respuesta ante las situaciones dilemáticas existenciales que le toca enfrentar.
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